sábado, 11 de julio de 2009

HONDURAS


ARTÍCULOS DE OPINIÓN
  • 38x38 OK Coral Bravo
  • CORAL BRAVO

    10/07/2009


Retazos

Golpe de Estado en Honduras. Qué, quién y porqué

En Las venas abiertas de América Latina, Eduardo Galeano hace una profunda y desgarrada exposición de la situación de sometimiento, explotación y humillación que lleva soportando durante varios siglos el continente latinoamericano; un continente fértil, fecundo y hermoso a cuyos pueblos, sin embargo, no les ha sido permitido vivir en paz, ni tener acceso a sus propias riquezas, ni a gobiernos justos y democráticos, ni a los derechos humanos que los países ricos estipulan como universales. Galeano define a América Latina como “la sirvienta de los países ricos, desde que los europeos del Renacimiento se abalanzaron a través del mar y le hundieron los dientes en la garganta...”


América Latina sigue siendo un codiciado botín al que algunos no están dispuestos a renunciar. La democratización del continente es, al parecer, un sueño a perseguir, al que no hay que renunciar, pero un sueño, finalmente. El nuevo golpe de Estado en Honduras lo ratifica, y nos muestra, una vez más, que existen grupos de poder muy interesados en perpetuar la represión y la sumisión de este codiciado continente.

En un artículo firmado por el escritor venezolano Javier Alexander Roa, leía que el golpista John Negroponte venía reuniéndose clandestinamente, desde hace meses, con empresarios estadounidenses, políticos y militares de extrema derecha de América Latina y Europa, grandes empresarios de la comunicación y con la Iglesia Católica; según Alexander Roa (comprometido activista por los Derechos Humanos en Latinoamérica), la llegada a la Presidencia norteamericana de Barak Obama y el final de la era Bush, movilizó a lobbys y oligarquías americanas que, por el inminente y previsible avance democrático, han visto en peligro sus intereses.

Leía también, en noticia difundida por la Agencia Efe en Tegucigalpa, que el cardenal Óscar Andrés Rodríguez apareció en televisiones y emisoras de radio hondureñas dando su respaldo a las “nuevas autoridades”, es decir, dando su apoyo al golpe de Estado contrario a la voluntad del pueblo hondureño. Y, por otra parte, el secretario ejecutivo de Cáritas en Honduras, Germán Calíx, afirmaba que, a pesar de que la Iglesia Católica “rechaza” el golpe contra el gobierno de su país, al mismo tiempo reclama que el depuesto mandatario respete sus estipulaciones.

Este tipo de indefiniciones semánticas me resultan familiares, resuenan en mi memoria y me recuerdan una castiza expresión ("tirar la piedra y esconder la mano") que alude al menester (que algunos dominan a la perfección) de mostrar el más pérfido cinismo y la más infame hipocresía.

Aunque el golpismo, como respuesta contraria a cualquier desarrollo democrático, es una constante histórica en los países del Centro y Sur del continente americano, en Honduras no se producía un golpe de Estado desde 1.978; y ello nos lleva a pensar que esas fuerzas económico-políticas que pretenden disponer a su antojo de esas tierras y esos pueblos a título de feudos, están en plena efervescencia. Y no se conforman con difamar cualquier intento de democratización (recordemos las continuas críticas a las democracias de Venezuela y Bolivia), sino, además, no ponen reparos a la hora de ejercer el terrorismo político.

El defensor de derechos humanos Andrés Pavón declaraba públicamente que “sabemos que el cardenal Rodríguez ha estado en reuniones con los golpistas desde antes del golpe, y después del golpe; lo que sí nos ha sorprendido es el hecho de que le ha mentido al mundo y le está mintiendo a la comunidad internacional, al decir que hasta ahora no ha pasado nada.”

Y Carlos Sosa, embajador hondureño ante la OEA, declaró que “nos preocupa la amenaza que lanzó sobre el pueblo hondureño su eminencia, el cardenal Oscar Rodríguez..., de que iba a haber un baño de sangre si regresa el presidente Zelaya.”

En esta tesitura, ante la que no hay que ser muy buen “entendedor”, me vienen a la mente tantas y tantas dictaduras de Europa y de América. Por ejemplo, me acuerdo de los sobrecitos que me daban en el colegio cuando era pequeña para meter dinero que supuestamente iba a ayudar a los niños de los países “pobres”. Me viene a la mente la foto de una niña sudamericana a la que supuestamente yo había apadrinado a cambio de unas monedas mensuales.

Y me viene a la mente otra reflexión de Eduardo Galeano: “...las fuerzas de la derecha se identifican con el orden y la tranquilidad; el orden de la cotidiana humillación de las mayorías, y la tranquilidad de que la injusticia siga siendo injusta y el hambre siga siendo hambrienta". Y, a la vista de la evidencia, ni la derecha antidemocrática, ni la Iglesia católica permiten que Latinoamérica deje de ser injusta y deje de pasar hambre. Lo demás, puro escaparate....

Coral Bravo es Doctora en Filología y miembro de Europa Laica

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