En una época en la que la realidad es la tendencia general en los políticos y en el poder a recortar derechos, salarios, prestaciones y servicios públicos…, en una época en la que el paro laboral ha dejado a miles de familias en situación precaria, en la que se están privatizando bienes públicos, en la que se están haciendo efectivos miles de desahucios provocados por las hipotecas basura que promovió en su día el gobierno Aznar, el Estado español, con dinero de todos los españoles, va a financiar una buena parte del viaje proselitista del máximo representante de una confesión religiosa que recibe del Estado español anualmente más de diez mil millones de euros.
Cincuenta millones de euros, según fuentes oficiales, algunos millones de euros más, según otras fuentes, costará el viaje de unos pocos días del líder católico a España, a las llamadas “Jornadas de la juventud”. Y me pregunto ¿No se supone que España es un país aconfesional?, ¿Por qué motivo un gasto tan inmenso de dinero en una época de penuria para muchos ciudadanos?, ¿Por qué motivo no se costean esos gastos desde los propios ámbitos católicos, desde los propios adeptos, o desde la propia Iglesia?. ¿Por qué motivo la totalidad de los ciudadanos se ven obligados a costear otra visita multimillonaria cuya finalidad no parece ser otra que el puro y crudo proselitismo?.
¿Cómo es posible considerar dentro de la norma un gasto inmenso cuando hay en España miles de familias en situación precaria y, desde las tribunas del poder no se habla de otra cosa que de recortes y ajustes?. ¿Quizás es que consideramos como normativo algo que no lo es en absoluto?. ¿Cuántos ancianos que malviven con pensiones miserables podrían vivir más dignamente con tan ingente cantidad de dinero?. ¿Cuántas prestaciones por desempleo se podrían pagar con cincuenta millones de euros?; ¿Cuántos proyectos de investigación, paralizados por la supuesta carencia presupuestaria, se podrían financiar de cara al bien común?. Los que tanto hablan de ayuda y amor al prójimo parecen no tener inconveniente alguno en saquear a ese prójimo en momentos, además, de dura precariedad.
La realidad es que se financia una visita hipermillonaria de un acto privado como si de un servicio público se tratase. Lo público tiene que ver con lo que tiene relación con todos, no con unos pocos; tiene que ver con la sanidad, con la educación, con la cultura, con la investigación, con el desarrollo social, con la vivienda digna, con los derechos sociales, con el pluralismo que otorga los mismos derechos a todos y cada uno de los ciudadanos, y con la solidaridad profunda que atribuye a todas las personas la misma dignidad, independientemente de sus creencias, sus orígenes o su extracción social.
Y esa solidaridad profunda nada tiene que ver, por cierto, con ningún ideario religioso cuyas propuestas ideológicas parecen centrar su interés en la irracionalidad, el elitismo, la injerencia en las libertades humanas, la negación de los derechos humanos universales y el acopio desmedido de poder. Tiene que ver realmente con la espiritualidad universal que emerge del corazón humano, y, repito, no con viajes de costo multimillonario a cargo de una economía en crisis.
Coral Bravo es Doctora en Filología