Democracia,
Justicia, Igualdad y República.
Superado
el golpe de efecto de los primeros momentos, tras el anuncio de la
abdicación de Juan Carlos de Borbón apenas repuesta de la sorpresa
causada por dicha noticia, más parecida a un Golpe de Estado que una
renovación en el cargo de la alta institución del país, mis dudas
e incertidumbres fueron dando paso a una intima convicción de
que una vez más los poderosos que nos gobiernan se han dado cuenta
a tiempo de que no tenían más remedio que cambiar algunas cosas
para poder conservar lo más valioso para ellos: la permanencia en
el control sobre el poder político y económico de esta gran farsa
que llaman democracia.
Conforme
han ido pasando los días, a medida que se han ido confirmando los
hechos, sin que hasta ahora nos hayan aclarado los motivos que han
precipitado la abdicación, y la no menos rápida coronación del
heredero, no he podido por menos, que preguntarme, a qué se debe
tanto secreto. A qué oscuros, inconfesables y sombríos intereses
y designios obedece tanta celeridad, opacidad y secretismo?
Es
verdad que apenas tuvimos tiempo, para reflexionar, pues al momento
todo un aluvión propagandístico de los medios de comunicación
afines a la corona y al gobierno del PP. Siempre postrados y serviles
ante el dinero, los grandes intereses y corporaciones, y con la
presunción de que todos los ciudadanos somos unos imbéciles y unos
inútiles y desmemoriados, no ha dejado de bombardearnos, con loas y
alabanzas hacia la extirpe Borbónica y la institución monárquica.
Bien es cierto que los esfuerzos, mentiras y empeño que están
utilizando hoy para que aceptemos al hijo son igual de falaces que
los que utilizaron para que aceptásemos al padre en su legado al
trono.
No
obstante, y contrariamente a lo que el sistema y sus acólitos creen,
no todos los ciudadanos hemos perdido la memoria, y tenemos muy
presente que la Monarquía vino chapoteando en charcos de sangre de
cientos de miles de ciudadanos y ciudadanas que lucharon por la
libertad, la justicia, la igualdad y la República legalmente
constituida, y en contra de la dictadura sanguinaria de Franco.
Dictadura a la que Juan Carlos 1º no tuvo empacho en abrazar para
poder ceñirse la corona.
Por
tanto, la monarquía no trajo la democracia, ni ha sido la artífice
de nada que beneficiase al pueblo, primero porque toda monarquía por
muy moderna que sea, no puede ser demócrata, esta institución es
todo lo contrario a la democracia y el progreso, está sustentada por
los pilares más nefandos, que históricamente han venido oprimiendo
la humanidad: el miedo, el oscurantismo, el vasallaje, los prejuicios
de casta, el expolio, la corrupción, el derecho a la heredad por
sangre y nacimiento etc.
Históricamente
las monarquías junto a las grandes religiones, han propiciado en
todo el mundo las más grandes catástrofes para azote de los
pueblos: Guerras, cruzadas, invasiones, hambrunas, exterminios de
pueblos enteros, propagación del atraso, el terror y la miseria,
usurpación de libertades, fueros y derechos ancestrales de los
pueblos y las naciones.
Así
pues, hay que decir, que a Felipe sexto por muy preparado que esté,
ya que parece que esa es la única cualidad que tiene, no lo queremos
como rey, queremos la restitución de la República elegida por el
pueblo y para el pueblo. Cientos de miles de jóvenes bien
preparados, ciudadanos que con muchas dificultades y esfuerzo han
podido adquirir una educación y preparación para labrarse un
futuro, han tenido que emigrar a otros lugares para vender la fuerza
de su trabajo por salarios de miseria, privando a su país de origen,
el que les ha permitido esa preparación, de su esfuerzo, ciencia y
saber.
Mientras,
Felipe de Borbón en sus cuarenta y seis años no ha hecho otra cosa,
que vivir en el más grande de los lujos, privilegios y despilfarro a
expensas del sudor, sangre y esfuerzo de todo un pueblo. Un pueblo,
que en su mayoría piensa, que la monarquía es un lastre y una
aberración histórica. Las voces de miles de ciudadanos claman por
un referéndum, voces que cada día serán más y más fuertes,
hasta conseguir reinstaurar la justicia, la igualdad y la libertad,
derechos que solo una República elegida por el pueblo y para el
pueblo puede garantizarnos.
Francisca
Lorenzo Rodríguez.
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