“La única posibilidad de juzgar los crímenes del franquismo está en la querella argentina"
Pablo Slavin, catedrático en Derecho Político de la
Universidad de Mar del Plata, compara en varias ponencias universitarias
las etapas superadas en el enjuiciamiento de las dictaduras de
Argentina y España.
Observa la Querella Argentina contra los crímenes del franquismo como “un proceso irreversible” y de “devolución de favores” entre la Justicia de ambos países.
Observa la Querella Argentina contra los crímenes del franquismo como “un proceso irreversible” y de “devolución de favores” entre la Justicia de ambos países.
El catedrático de Derecho
Político de la Universidad Nacional de Mar del Plata (Argentina), Pablo
Slavin, entiende que el juicio a las dictaduras argentina (1976-1983) y
española (1939-1975) viven procesos de “devolución de favores”. En su
periplo por varios campus universitarios europeos realiza un análisis
comparativo entre las etapas superadas por ambos países en la lucha por
alcanzar memoria, verdad y justicia. “La única posibilidad actual de
juzgar los crímenes del franquismo está en la querella argentina”,
sentencia.
Lo más dificultoso es juzgar a “las
élites” (militar, civil y eclesiástica) que fabrican “regímenes
dictatoriales y, al abandonar el poder, leyes de amnistía”. Argentina lo
hizo, después de un largo pleito que contó con la participación
trascendente de la judicatura española. El régimen franquista alienta
los –quizás– estertores de una impunidad amenazada por la justicia
internacional. “El proceso argentino es un caso modelo, a imitar”,
expone Slavin en declaraciones a eldiario.es/andalucia.
Leyes de amnistía: El obstáculo
Los últimos días, Pablo Slavin, director del proyecto Justicia
Transicional en Argentina y del Centro de Investigación y Docencia en
Derechos Humanos Alicia Moreau de la Facultad de Derecho marplatense,
mantuvo encuentros con alumnos de antropología social de las
universidades de Sevilla, Pablo de Olavide, Salamanca, Carlos III de
Madrid y Sociedad Internacional Rosa Luxemburgo de la Universidad de
París IV París-Sorbonne (Francia).
“Los países sin memoria son los que corren mayores riesgos de repetir los errores del pasado”, recuerda en sus ponencias –De la dictadura a la democracia: Justicia e impunidad.
Las transiciones se encaran “olvidando lo ocurrido, contándolo o
juzgando los crímenes cometidos”, aunque sólo en el último caso se logra
“una verdadera reparación” para las víctimas. El mayor obstáculo, son
“las leyes de autoamnistía”.
De Garzón a Servini, “devolución de favores”
Un muro que pueden saltar los principios de jurisdicción internacional
que facilitan esa “devolución de favores” que gestó el juez Baltasar
Garzón a mediados de los años 90 y trae de vuelta la jueza María Servini
de Cubría desde 2010. Para España, comparte Slavin, “la única
posibilidad actual de juzgar los crímenes del franquismo están en la
Querella Argentina”.
Y aprecia signos positivos como
la “visita y pronunciamiento” del Grupo de Desapariciones Forzadas o
Involuntarias de la Organización de Naciones Unidas (ONU), un paso “muy
importante, trascendental por la repercusión y presión internacional”.
O, no menos, subraya, la “voluntad firme” de Gobierno y Justicia
argentinos –el Parlamento declaró el proceso de interés nacional, se han
abierto los consulados para denunciar crímenes de lesa humanidad,
dictado órdenes de detención a través de la Organización Internacional
de la Policía Criminal (Interpol, en inglés)– que contrapone a la
“oposición política muy clara del Gobierno español”.
La Querella Argentina es “un proceso irreversible”
La preocupación social de un Estado democrático debe recaer en “obtener
sentencia firme y recuperar memoria y verdad” sobre unos regímenes
calificados de “dictaduras militares” pero que deben ser adjetivadas
como “cívico-eclesiástico-militares”. Las mismas jerarquías –cuyo
“apoyo y participación explícita” resultaron “clave” para el triunfo de
los alzamientos golpistas y el establecimiento de “leyes de punto
final” (la Ley de Amnistía española data de 1977)– que impiden actuar a la Justicia.
La Querella Argentina es, en todo caso, “un proceso irreversible”
contra el franquismo “que ojalá ayude a recuperar pronto la historia de
lo que ocurrió y juzgue a los culpables”. Y aunque depende de manera
inmediata “de la voluntad de Gobierno y poder judicial españoles”,
Slavin aprecia un respaldo de peso en el movimiento social de
recuperación de la Memoria Histórica que compara con la reparación que
propició la lucha de las Madres de Plaza de Mayo en Argentina.
“Las Madres de Plaza de Mayo fueron tachadas de locas”
Cuando Argentina juzgó su dictadura constató “30.000 desaparecidos, y
más del 67 por ciento correspondían a trabajadores”. No hubo guerra ni
enfrentamientos armados en un contexto de coordinación golpista en
América Latina (Chile, Uruguay, Brasil…) y lucha internacional –en plena
Guerra Fría– contra el “marxismo judío”.
Desde 1973,
“referentes de los principales grupos económicos se reunían para
preparar el golpe –refiere el catedrático–, como la Alianza
Anticomunista Argentina (Triple A) o la Concentración Nacional
Universitaria (CNU) en Mar del Plata”. Diseñaron “un plan para eliminar a
cualquier persona que tuviera relación con ideas progresistas”.
Finalmente, estas organizaciones que actuaron con el amparo del Estado y
se incorporaron a su aparato, fueron juzgadas por crímenes de lesa
humanidad.
“La lucha de las Madres de Plaza de Mayo
empieza con los tanques aún en la calle. Exigen saber dónde están sus
hijos, qué pasó con ellos. Fueron tachadas de locas al principio”,
relata Slavin. La aplicación de las leyes internacionales permitió al
pueblo argentino superar el “olvido y perdón” impuestos. Las Madres de
Mayo, desde su arranque de ‘locura’, llevan recuperados 106 hijos
robados. 106 personas, 106 pasados, 106 memorias. Lo mismo esperan las
víctimas de la dictadura española: romper la impunidad del fascismo,
ahora con la ayuda de la Justicia Argentina.
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