[Vídeo] Continúan las actuaciones fascistoides de la policía española: descerebrados con uniforme agreden a una menor y un fotógrafo de prensa
Las cargas policiales contra los laícos que se producen estos días en Madrid, con motivo de la visita del Papa,
Kaos. Antifascismo | Antifascista / http://danielnuevo.com | Hoy a las 13:31 | 388 lecturas | 5 comentarios
www.kaosenlared.net/noticia/video-continuan-actuaciones-fascistoides-policia-espanola-descerebrado
El acoso literal que están sufriendo los jóvenes laicos madrileños y foráneos, por parte de la policia, durante la visita del Papa a Madrid con motivos de la JMJ, es cuanto menos, despreciable, cruel e injusto.
La violencia gratuita y desproporcionada que ejercen los antidisturbios contra estos jóvenes pacíficos e indefensos hay que condenarla con todas nuestras fuerzas, especialmente cuando se visualizan vídeos como este (A partir del min. 01:25):
http://www.youtube.com/watch?v=9zJCgUu5mtE&feature=player_embedded
En él se aprecia como un grupo de policias golpea, mano abierta, a una adolescente sin más razópn que el puro odio, y acto seguido varios de ellos se sacian con un joven hasta que cae inconsciente y es abandonado en el suelo. Su delito: estar fotografiando como estos salvajes descerebrados de actitudes fascistoides agreden impunemente a la mencionada menor de edad.
Ejemplos como este se repiten a diario, pues los antidisturbios gozan de total impunidad y literalmente pueden hacer lo que les venga en gana, pues nadie los va a penalizar.
Esto empieza a resultar ya completamente intolerable, y se requieren medidas urgentes para ponerle freno y castigar a los responsables de tan salvajes actuaciones, o no será de extrañar que la ciudadanía acabe por empezar a tomarse la justicia por su mano, como en Inglaterra.
Pero, por supuesto, pese a la rabia que produce ver este tipo de imágenes, no hay que quedarse simplemente en los ejecutores de tales agresiones, esos que por sueldos que no llegan a los 2000 euros al mes, son capaces de pegar desconsideramente a niños/as, ancianos/as, y seguramente a su propia madre si se la pusiesen por delante en plena labor "profesional".
Hay que mirar más arriba y ver quienes dan las órdenes para que usen esta desmesurada y desproporcionada violencia. Esos son los verdaderos responsables.
El político de turno, desde su salón, y bien protegido, a golpe de teléfono autoriza que se emplee la violencia contra los laícos y nunca contra los católicos, faltaría más, por Dios, sería un pecado mortal difícil de absolver para ellos, ultracatólicos de toda la vida, tal y como Franco les enseñó.
En circunstancias normales, las cargas policiales deberían haberse producido contra quienes invadían un espacio por el que debía pasar una manifestación autorizada legalmente, con clara intención de boicotear el paso de dicha marcha, lo cual es un grave incumplimiento de la normativa de seguridad ciudadana vigente. Sin embargo, los palos se los llevaron quienes se manifestaban legalmente. Toda una demostración de intenciones.
Mano dura contra los manifestantes dirán ellos. Se trata de amedrentar a aquellos que ejercen sus derechos de libertad de expresión y manifestación libremente. A quienes están osando salir a las calles para decir que ¡ya basta de tanto abuso!, a quienes no se quedan de brazos cruzados mientras se pretende que todo un país se ponga de rodillas ante la visita de una autoridad religiosa de dudosa reputación y de un pasado más que controvertido.
Tratan de defender el sistema neofranquista, nacional-catolicista, en el que ellos, unos cientos, detentan el poder y tratan de defender sus privilegios y fortunas contadas en miles de millones de euros. Y lo hacen cueste lo que cueste, caiga quien caiga, sin miramiento ninguno.
Los jóvenes deben ser sumisos y pasar por el aro, su aro, embadurnado de gomina, alcanfor, incienso y agua bendita, los valores del nacional-catolicismo que aún imperan en este estado.
Es un pulso entre la oligarquía dominante nacida en el franquismo y el resto de la sociedad, especialmente contra aquella parte de la sociedad más conscienciada políticamente.
Veremos quien sale victorioso de esta lucha.
Otros vídeos de cargas y violencia fascista:
http://www.kaosenlared.net/noticia/manifestacion-atocha-sol-viernes-19
Les dejamos también el testimonio del fotógrafo apaleado:
Solo por informar
Vuelvo en el metro camino a casa. Hace diez minutos estaba en la calle Atocha tirado en el suelo recibiendo porrazos, puñetazos y patadas por parte de nuestras Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. ¿Por insultar? ¿Por provocar? ¿Por arrojar objetos? Pues no. Solo por fotografiar una agresión policial a una chica que cometió el delito de pasar por allí y no llevar mochila del JMJ.
Tras la carga policial en la Calle Carretas, hubo una aparente calma. Vi a un grupo de 15 integrantes de las FCSE dirigirse por la calle Atocha en dirección a la parada de metro de Antón Martín. Un grupo de personas entre las que había peregrinos e integrantes de la concentración laica de Sol bajaba por la acera contraria. Decidí seguir la “expedición”. De entre el grupo se oyeron algunos insultos dirigidos a los policías. De repente, la policía cortó la calle. Interrumpieron el tráfico y crearon una barrera que impedía el paso. Iba a la altura de ellos y tras identificarme como fotógrafo me ordenaron situarme detrás de ellos.
Comenzaron a filtrar a la gente que podía pasar en función de la mochila que llevaban. La primera chica que no llevaba mochila de la JMJ fue inmediatamente identificada como la que les había insultado. Había más gente, pero él (en todo momento fue la persona que estaba al mando quién llevó la voz y mano cantante en las palizas) necesitaba su dosis de ostias. Primero fue un tortazo, después un porrazo tras otro. En ese momento comencé a hacer fotos, 2 exactamente. El flash me delató, y dirigió todas sus energías hacia mí. “La cámara, dame la puta cámara” fue lo que escuché inmediatamente antes del primer porrazo.
No entendía nada. Solo estaba haciendo fotos y más cuando previamente me había identificado como fotógrafo y me habían indicado el lugar en el que podía estar, que en ningún momento abandoné. Solo acertaba a preguntar “¿Por qué?” y proteger la cámara. En ese momento recibí varias patadas y puñetazos, culminados por otra ronda de porrazos. “La cámara, que me des la puta cámara te he dicho”.
Ví que tenía mucho que perder. Estaba solo y sin testigos (o eso creía yo), usando mi propio equipo. No creía que las fotos que había hecho compensaran poner en riesgo la cámara y los objetivos. En ese momento comencé a decirle que le daba la cámara pero que pararan. Parece que estas palabras calmaron su ira hacia mí y volvió a dirigirse a la chica. Un compañero suyo comenzó a gritarme que me fuera, me levanté e intenté salir corriendo. Iba con la cabeza agachada y topé con otro policía. Me ordenó quedarme en el suelo y le dije lo que me acababa de decir su colega.
Pero vino lo peor. Un porrazo en la nuca que me paralizó por completo durante unos segundos. De pronto dejé de sentir que tenía un cuerpo y me desplomé. Caí al suelo de una pieza. Ahí supe qué es el miedo. No sentía mi cuerpo, daba órdenes a mis brazos para sujetar la cámara pero eran inútiles. Desde el suelo seguía viendo como me miraba un policía. Se me nubló la vista y perdí la conciencia durante un par de segundos. Cuando la recobré, el jefe había ordenado retirada. El policía que me miraba se estaba yendo cuando vió un objeto en el suelo “¿De quién es esta funda?”. “Mía” conseguí decir, a lo que el respondió tirándomela a la cara. Supongo que después de como me habían tratado, agacharse y dejarla al lado de quién habían estado apaleando era demasiado…
Y ahí me dejaron. Tirado en el suelo después de la paliza por hacer dos fotografías. Rápidamente se acercaron dos hombres. Me ayudaron a incorporarme y me preguntaban como estaba. Yo solo pensaba en salir de allí, era lo primero. No me sentía seguro en la calle, en nuestra calle. Temía que volvieran y sabía que esta vez sería peor. Comenzaron a calmarme asegurándome que ya se habían ido, pero en mi estado era incapaz de creerles. Pero lo consiguieron. Nos refugiamos en una calleja, donde poco a poco comenzamos a hablar tranquilamente. Uno de ellos me dijo que había estado grabando todo el tiempo. Afortunadamente no lo vieron, sufre problemas de espalda y si lo hubieran visto habría recibido lo mismo que yo pero las consecuencias habrían sido mucho más graves.
Gracias a ellos volví a pensar friamente. Me acordé de la chica a la que habían abofeteado y en el chico que intentaba protegerla. Recordé toda la escena y cómo había sucedido. No era capaz de comprender lo que había pasado, creía que en un estado “moderno” como el nuestro no pasaban estas cosas. Que no se apaleaba a la prensa por hacer fotografías. Que no se dejaba a su suerte a una persona en la calle tras haberle propinado un porrazo en la nuca que hizo que se desplomara. Creía…Ingenuo.
Ahora te hablo a tí, señor policía con agentes a su cargo y con la mano ligerita. Has intentado callarme, evitar que hiciera el trabajo que amo, el que me permite denunciar abusos como los tuyos. Has intentado coartar mi libertad de expresión. Has intentado que borrara las fotografías que probaban tu brutalidad. Has intentado quitarme mi herramienta de trabajo a base de porrazos. A pesar de todas estas ilegalidades manifiestas, ¿sabes qué, amigo de las FCSE?. No te guardo rencor más allá del dolor físico. Solo lo has intentado, no lo has conseguido ni lo conseguirás. Al revés, me has dado alas. Alas para confirmar que es esto lo que he querido hacer durante toda mi vida. Alas que me permitirán seguir denunciando injusticias como las que perpretas bajo tu placa…ah, no que no tenías. Ha sido la primera paliza que recibo por informar y me temo que no será la última. Creeme cuando te digo que la olvidaré. Me has bautizado, y en esta confesión no apostata ni Dios.
PD: Todo este relato puede ser corroborado por un video (que subiré en cuanto me lo ceda su autor), relatos de testigos y marcas en mi cuerpo.
PD2: Infinitas gracias a Carlos y al otro hombre (lo siento pero no recuerdo tu nombre…) por ayudarme, por cuidar de mí cuando lo necesitaba. Gracias.
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