Muere uno de los últimos supervivientes españoles del campo nazi de Mauthausen; en silencio claro, sin repercusión institucional
Se llamaba David Moyano y falleció el pasado 5 de febrero en Bruselas. Su muerte no ha abierto ningún telediario, ni siquiera se ha contado en un informativo. Hoy ha aparecido una necrológica en el diario El País. Este hombre, que siendo un adolescente luchó en la guerra civil española, defendiendo la democracia, ingresó en el campo de concentración de Mauthausen el 27 de enero de 1941. Es fácil imaginar el terror de su llegada a ese invierno de la humanidad, a muchos grados bajo cero, maltratado, después de sufrir la guerra franquista, de pasar al campo de concentración de refugiados de Argeles Sur Mer, de formar un batallón de trabajadores forzados y ser deportado.
Casi cuatro años después de llegar a ese infierno fue liberado y ante la imposibilidad de regresar a España se instaló en Bruselas. Allí ha fallecido como tantos hombres y mujeres que lucharon por la libertad y que han sido escondidos y marginados por quienes han usurpado la paternidad de la democracia. Los frasquistas disfrazados de demócratas han construido un enorme mito, un cuento de hadas que nos relata que un día nos acostamos con dictadura y a la mañana siguiente ya vivíamos en una preciosa democracia.
Algo tiene que cambiar en nuestra sociedad para que la pérdida de personas tan ilustres tenga el impacto que merece en nuestra vida diaria. Es preocupante ver cómo han muerto numerosos franquistas que cambiaron su chaqueta para poder conservar intactos sus privilegios. Son despedidos con los máximos honores y títulos de demócratas y quienes realmente la defendieron y se sacrificaron por ella mueren en silencio, insignificantes para nuestra vida pública.
Muchos de los valores que deben imperar en una democracia no han entrado en vigor después de la dictadura. Esta sociedad se ha disfrazado de moderna y no ejerce todavía la garantía de los derechos humanos. Debemos luchar, defender y difundir el ejemplo de quienes tantos sacrificios hicieron por nuestra vida en libertad. No vaya a ser que en el futuro se siga contando que aquí llegó un rey con una varita mágica, metió la dictadura franquista en una chistera y sacó una democracia.
Hasta siempre David Moyano.
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