viernes, 2 de abril de 2010

SEMBLANZAS DE SEMANA SANTA


EN SEMANA SANTA

“ En Semana Santa, mi marido se pone detrás de la albarda”, esto decía una aldeana a su vecina. Ella lo decía por la muerte, a la que su marido tenía afición por la cantidad de medicamentos que tomaba, pero cuando llegaba este tiempo , se escondía para que no se le llevara.

Es este un tiempo de muerte pelada, un tiempo de responso que nos saca de esta vida de afán. Por lo mismo, el diablo anda en Huelva y en Sevilla, en Cádiz y en tu pueblo haciendo estantiguas y espantando a la gente para fines de sus fervores de cucurucho y disciplinas que producen más desprecio que favor.

“En este tiempo, las saetas y el estornudo son todo uno”, decía Miguel de Vergas, que tenía un hijo canónigo en Salamanca, capirote y nazareno, quien, al filo de la media noche, una vez dejada la procesión de su parroquia, siempre comentaba:

-“ Dios de día, y por la noche murciélago”.

Lección dada, cargada del gasto de vino, hostias, cera, etcétera, definiendo la semana santa cual debe definir un penitente perteneciente a la secta y vestido con un luengo hábito y cubierto con una caperuza puntiaguda.

Cierto cura le había criado tordillo y le enseñó a sermonear, y andaba suelto y doméstico, y se salía a las procesiones con otros capirotes o nazarenos por el celo. Le conocían en la ciudad como “el tordo del cura Pacheco”.

Mientras los tambores y cornetas impelían el viento con gran garbo y el resonante eco daba idea de lo que es la osadía del concepto detrás de los confalonieros que llevan el confalón, bandera o estandarte, una coplilla o saeta pretenciosa y sentenciosa excitaba la penitencia o la devoción en forma de haikú:

Cuando nazareno

Las ranas crían pelo.

¡Jueves sin dios¡

El se sentía en el embuste de la verdad, el verbo era poco grato. Aquí los muñecos de capirote, allá los disciplinantes y nazarenos de cartón, yendo en los pasos dándose disciplinas y rizando las estaciones con el azote de la mortificación y el escarnio de ese cáñamo de varios ramales.

“La semana santa prepara a sus muertos para que conserven la apariencia de vivos”. como dijo el conde Drácula; pensó. ¡Esa es la talla¡ Chochos y chochas de dios, de los de puro cariño andando en chupaderitos con paños místicos.

En esta semana se arranca la gatuña del barbecho. Habla el buey y dice mu. Se adora un diente petrífico de santo, ciertas cabrillas o vejigas que el calor de las velas hace que se formen en el alma, hacen cabezadas de los tiempos en que se compone la marcha fúnebre. Es la Caaba y la Cábala. La Caraba en andas. Una cuna de helechos fósiles. Un adivinanza supersticiosa. Postilla o grano en la boca del misal.

Tu…tu. Tu tu tu...Tutututu … tu tutu……Tu…

Uno que se llamaba Zapata pedía limosna con mucha retórica y labia en la puerta de la iglesia, y decía:

-Papa, que curas ha perdido, cencerros se le antojan.


Daniel de Cullá

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